Es popularmente sabido en Colombia y el mundo que los medellineses, o los paisas, como popularmente se nos conoce en el resto del país, contamos con un especial sentido de pertenencia por nuestra ciudad; una a la que aprendimos a amar en, y a pesar de las adversidades, y a la que nos gusta ver como un ave fénix que sigue resurgiendo de las cenizas y que hoy es ejemplo de innovación y transformación social en el mundo.

Algunas personas de otras regiones del país incluso podrían señalar de grandilocuente o casi exagerado el amor que las personas de Medellín le tenemos a nuestra ciudad, un amor que se ve expresado entre otras cosas, en el cuidado que damos a nuestro sistema de transporte, en la limpieza de nuestras calles o en el ímpetu con el que celebramos por ejemplo, las victorias de nuestros equipos de fútbol o de los ciclistas de nuestra región.

Precisamente, ese amor y sentido de pertenencia que nos caracteriza culturalmente, se ha visto expresado en tiempos de la COVID-19 a través de diferentes gestos de solidaridad, del autocuidado por medio del cual también cuidamos a los otros, y de las infinitas maneras por medio de las cuales, diferentes sectores de la economía, emprendedores y empresarios, han reinventado sus negocios para, la mayoría de las veces trabajando en equipo, encontrar nuevas soluciones para adaptarse a todos los desafíos que implica un momento histórico para el cual no estábamos preparados.